Dr. Dan Kastner
© Maggie Bartlett, NHGRIEl Dr. Dan Kastner.
El Mal de Behcet es una afección dolorosa y potencialmente peligrosa que se da con mayor frecuencia en personas con antepasados que vivieron a lo largo de la antigua Ruta de la Seda, por lo que a veces también se la llama popularmente la Enfermedad de la Ruta de la Seda.

Durante cerca de dos mil años, los mercaderes, entre ellos el célebre Marco Polo, usaron esta red de rutas de comercio de 6.500 kilómetros (unas 4.000 millas) que unía el Extremo Oriente con Europa a través de Afro-Eurasia, para intercambiar seda, otras muchas mercancías, cultura, y, en el caso de la Enfermedad de la Ruta de la Seda, genes.

Llamada científicamente Mal de Behcet por el médico turco que la describió en 1937, esta enfermedad es desencadenada por complejos factores genéticos y ambientales, y causa la inflamación de vasos sanguíneos en varias partes del cuerpo. Los síntomas comunes incluyen dolorosas úlceras genitales y bucales, e inflamación ocular que puede provocar pérdida de la visión. En algunos casos, puede llegar a ser mortal, afectando vasos sanguíneos del cerebro, los pulmones y otros órganos vitales. Alrededor de 1 de cada 250 personas en Turquía padece el Mal de Behcet. También hay muchas otras personas que padecen esta enfermedad en regiones a lo largo de la Ruta de la Seda.

En una nueva investigación, efectuada por especialistas de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y sus colaboradores turcos y japoneses, se ha conseguido identificar cuatro nuevas regiones en el genoma humano asociadas con el Mal de Behcet. El misterio del origen de esta enfermedad está un poco más cerca de resolverse, y también puede haber ahora más vías potenciales a explorar para desarrollar mejores tratamientos contra esta enfermedad.

Se cree que en la susceptibilidad al Mal de Behcet influyen de forma destacada factores genéticos, siendo la región HLA B-51 responsable de alrededor del 20 por ciento del riesgo genético a desarrollar esta enfermedad. La comunidad científica ha sabido de la asociación con la región HLA B-51 desde unos 40 años atrás. Hace dos años, el equipo de investigación identificó asociaciones genéticas en otras dos regiones cromosómicas específicas.

El nuevo estudio, realizado por el equipo del Dr. Dan Kastner, representa un avance importante ya que amplía drásticamente el espectro de regiones del genoma asociadas con el Mal de Behcet. Estas asociaciones genéticas recién descubiertas proporcionan un vínculo entre el Mal de Behcet y otras enfermedades más comunes, y por tanto sugieren nuevas vías terapéuticas para este mal. Además, dos de los genes recién descubiertos establecen un intrigante vínculo entre genes y microbios de nuestro entorno.

Las cuatro regiones genéticas recientemente identificadas ya eran conocidas por influir en la regulación inmunitaria. Estas asociaciones genéticas han ayudado a clasificar al Mal de Behcet con afecciones más comunes, incluyendo la psoriasis y algunas enfermedades inflamatorias intestinales.

Entre los hallazgos hechos en la nueva investigación también destacan los siguientes:

-Una importante asociación entre el Mal de Behcet y un gen llamado ERAP1. El ERAP1 codifica para una molécula que procesa proteínas microbianas en glóbulos blancos de la sangre.

-Una asociación significativa del Mal de Behcet con variantes próximas al gen CCR1. Las proteínas codificadas por este gen ayudan a los glóbulos que combaten infecciones a migrar hasta donde están los microorganismos invasores. Cuando este mecanismo no funciona bien, los microorganismos pueden desencadenar una respuesta inflamatoria persistente.

-Una asociación de esta enfermedad con variantes en el gen KLRC4.

-Una asociación con el gen STAT4, en la que diferentes variantes en la misma vecindad del genoma aumentan el riesgo de enfermedades autoinmunes, incluyendo artritis reumatoide y lupus.